Como sabemos, el diseño UX/UI ha ganado un importante terreno en los últimos años dentro del campo del diseño y desarrollo web como de apps. Aunque a veces desconocemos algunas máximas con que podemos abordar nuestros proyectos en este ámbito, y más aún, sus orígenes, no siempre conectados a priori con las nuevas tecnologías, ya que estas provienen de áreas tan diversas como la psicología, las comunicaciones y las matemáticas, entre otras.
A continuación, te mostramos algunas de las más importantes Leyes de UX, que corresponden a diferentes teorías y principios de diseño llevado a la experiencia de usuario y que resultan una importante guía a la hora de encarar diversos proyectos de marketing digital.
Ley de Miller
El psicólogo George Miller publicó en 1956 un paper titulado “El mágico número siete, más o menos dos: Algunos límites en nuestra capacidad de procesar la información”, donde desarrolla la teoría que el número de objetos que un humano promedio puede tener en la memoria de trabajo es entre 5 y 9, es decir, 7 ± 2.
Se trata, según Miller, de un límite cognitivo del ser humano que conviene tener muy presente a la hora de diseñar el mapa de contenidos de tu proyecto. Este margen será clave para decidir como distribuimos nuestra información y elementos dentro de una interfaz, así optimizaremos estratégicamente la organización del contenido para mejorar la comunicación de los mensajes.

Siguiendo esta perspectiva, una web o app que incluya demasiada información en distintos menús, sub menús y secciones, solo causará confusión y frustración en el usuario. Por lo tanto, a mayor reducción de ítems y contenidos, mayor eficacia en la entrega de nuestros mensajes a los visitantes.
Aunque hay sectores que cuestionan esta interpretación, ya que esto no necesariamente puede estar normado ni todos respondemos de la misma forma, existe una amplia aceptación de esta teoría que apunta a que conjuntos de elementos que son extensos se vuelven mucho más difíciles de recordar y procesar simultáneamente.
Un buen camino para nuestros proyectos es la construcción de directorios en modo de árbol, para profundizar, de a poco y en grupos ordenados, en la información de nuestro interés. Y, claramente, debemos considerar el tener un buen buscador interno y el contenido actualizado, eliminando todo mensaje e ítem irrelevante para el recorrido del usuario.
Ley de Tesler
Larry Tesler fue un científico computacional estadounidense que, a mediados de los 80s, postuló esta teoría también conocida como Ley de Conservación de la Complejidad. Implica que todo un sistema, contenido o tarea tiene un punto de complejidad que no se puede simplificar ni reducir más.
Tesler, también conocido por ser el pionero en la creación del comando Copiar / Pegar, declara que todos los procesos tienen un núcleo de complejidad que no se puede eliminar por diseño y, por lo tanto, debe ser asumido por el sistema o el usuario. Aunque SIEMPRE debemos procurar, como desarrolladores, diseñadores e ingenieros, que la mayor parte de la carga de complejidad se reduzca lo máximo posible para que el usuario pueda interactuar de forma adecuada con el contenido, sin caer en lo incomprensible o lo abstracto.
Por lo tanto se postula que si un usuario no puede absober o lidiar con un contenido: ¿Es más importante el tiempo de los programadores / desarrolladores en solucionar esto o el de todos los usuarios tratando de resolver ese problema? . Por lo tanto, apuntamos a la creación de una estructura base que puede crecer en complejidad, pero nunca reducirse, ya que necesitamos establecer un punto de partida que nos permita la generación de un recorrido en nuestro proyecto.
Un ejemplo práctico de este postulado lo encontraríamos al intentar reservar alojamiento en Airbnb. Si bien siempre queremos la inmediatez y que la navegación del contenido sea lo más sencilla posible, hay una complejidad que no puede ser reducida. Al querer generar una reserva, necesitamos rellenar obligatoriamente, por lo general, 4 datos básicos que son Destino, Llegada, Salida y Nro de Huéspedes. Si no completamos estos pasos claves, no podemos ejecutar la acción deseada e ir a una siguiente etapa.Si analizamos esto, es un proceso que no se puede abreviar aún más, a la vez que ya hay un trabajo anterior, en facilitar y minimizar al máximo el número de pasos para completar esta operación de manera eficiente.
Ley de Fitts
Fue desarrollada en 1954 por el psicólogo estadounidense Paul Fitts y se aplicó de forma inicial en el mundo físico, aunque con los años sus principios se han vinculado al diseño de productos digitales.
Esta ley postula que “El tiempo necesario para alcanzar un objetivo con un movimiento rápido es una función del tamaño de dicho objetivo y de la distancia que hay que recorrer hasta él”. En resumen, al llevarlo al mundo digital, viene a decir es que un elemento será más fácil de seleccionar si es notoriamente visible y no requiere mucho desplazamiento del cursor (o el dedo en dispositivos móviles).
Entonces desprendemos que el tamaño del elemento y su posición con respecto al punto de partida del cursor son importantísimos. No solo para captar la atención del usuario, sino para que lleve a cabo con éxito distintas operaciones en su día a día.

Un ejemplo básico es la ubicación de un menú en una página web, si bien ya estamos familiarizados con una posición sobre la esquina superior izquierda, al pinchar un botón nuestro submenú debe aparecer lo más cerca posible del menú de origen (por ejemplo en una misma columna desplegable), para tener el menor tiempo de recorrido en alcanzar este objetivo y acceder a un nuevo contenido de interés.
Otro claro ejemplo es un reproductor de música digital, por ejemplo en Spotify el botón que mayor uso daremos de seguro es el Play, para reproducir y pausar. Pues bien, este botón siempre estará más destacado, al centro y de mayor tamaño, que el resto de los botones. O en Youtube, donde los controles principales y de mayor uso están agrupados a la izquierda del reproductor y los botones de acción secundaria al otro extremo.
Hay que dar visibilidad y tamaño adecuado a cada ítem para facilitar la acción, pero cuidado con exagerar. No tienes que crear elementos enormes ni acercarlos de forma desproporcionada en tu interfaz, esto solo logrará que no aporten ningún beneficio de usabilidad y terminen entorpeciendo el nuestra experiencia.
Finalmente, si ampliamos el espacio sobre el que el usuario puede hacer clic en un enlace, sus límites deben ser claramente perceptibles y aquellos botones o links que no se utilizan con mucha frecuencia deben ser más distantes y más pequeños. Debemos siempre seguir una coherencia dentro de una composición y cautivar a través de nuestra interfaz al usuario, reteniéndolo el máximo de tiempo posible y generar una fácil interacción.